lunes, 27 de agosto de 2018

Escribo.

La primera vez que pensé en matarme
y no en morir vieja enferma y aún sola
descubrí el miedo porque el mal me asola.
Al día después no supe enfrentarme.

En mi vida entró para desarmarme;
sí, como una ola, como una ola,
la locura entró en mi vida, desola
esta imagen del espejo al mirarme.

Cuando más tarde me sentí suicida,
con el dolor anidado en las vísceras,
yo no me arranqué la lengua de cuajo

cotidianamente seguí con vida
me tragué mil millones de úlceras,
y con sangre huida escribo a destajo.

lunes, 6 de agosto de 2018

Últimos cinco poemas del Manifiesto Vomitado.

Confesión cobarde. 

A veces me pregunto,
desesperada,
si no sería preferible una vida
mirando tus rodillas,
antes que este morir de pie

tropezando fatalmente en todos los escalones que suben al cadalso.


*     *     *


Destino.

Vida mía,
el hilo que ata mi destino al tuyo,
lazo que aprieta impasible mi garganta,
lo preparó Cloto,
Láquesis lo tensó
y,

riendo por no saber hacer llorar su cuenca seca,

lo cortó Átropos sentenciándome a muerte.


*     *     *


Notas III.

Al final solo quedo yo,
con una ganas insanas de autodestruirme.

No puede preocuparme haber montado en un autobús estropeado
porque no sé adónde voy.

Yo también preferiría estar contigo siempre,
pero soy yo la que me acompaña.

Paracetamol con café y porros con cerveza.
Prefería cuando mi ansiolítico era tu piel
y no este cóctel de drogas que produce risas enlatadas.

No quiero probar pastillas de esa que aseguran quitar las ganas de morir,
imagínate qué adicción.
A ti no te venden en farmacias.

Lo malo de la huida es cuando echas a correr sabiendo que no hay un lugar para esconderse que sea mejor que el pasado.

La gente se quiere y eso está bien,
aunque nosotros no lo hagamos.

Las bocas que sirven para besar tienen más experiencia matando. 


*     *     *


Domingo 14:19.

Lo diré solo una vez
con la boca pequeña
y los ojos tapados.

No lo repetiré nunca más,
no miraré mis palabras,
ni leeré este escrito en voz alta.

Negaré que el brazo que une
     la mano rasgando el papel
     y el cuerpo que llora
es mi propio brazo,
como mío es el corazón sintiente
y silente el pecho.

Haré oídos sordos a la soledad que me puebla,
al temblor que lleva tu nombre
y me estremece.

Guardaré estas letras
en el volcán dormido de aquello que más me asusta:
     (junto al miedo a encontrarte de nuevo)
     (junto al miedo a no encontrarte jamás)

a veces dudo si tal vez me arrepiento de quererte,

y me odio.


*     *     *


Nacen muertas por tu ausencia mis palabras.

…no
las palabras
no hacen el amor
hacen la ausencia”
Alejandra Pizarnik


Te pienso de manera inevitable,
como un pez al que separan de todo lo que conoce
y antes de morir,
   antes de que le arranquen las entrañas,
abre la boca buscando oxígeno
y no encuentra nada.
Yo también abro la boca desesperada:
solo salen palabras,
y no encuentro nada.


Las palabras,
inutilidad humana,
invento fracasado,
casi nunca dicen nada.
Mis palabras,
siempre sirvieron de poco,
aunque apenas hablo
y escribo a lo loco.

Yo te prometí amor eterno,
juré que toda tu vida
sería una fiesta a mi lado.

Creí en ello
como el inocente pájaro que se siente volver a casa
entrando en las fauces del lobo.

Mas no tuvieron validez mis palabras.
Pensé: te amo, dije: te amo.
No tuve miedo
solo una sorpresa que debía alarmarme la voz
y no lo hizo.

Ahora,
doliente
dolorida
kamikaze dolorosa,
pienso: voy a morir de amor
digo: este amor me castra
y tampoco sirve de nada.

Ni siquiera cumplirían su función
mis palabras
si una única persona me escuchara,
porque existe el oído,
tal vez la comprensión,
pero yo hablo
hablo
y no pretendo nada.

Pronuncio: te sé cierto
mas no encuentro tu sabor en mi boca.

Sucede que por sinceras
nacen muertas mis palabras.
Se me aparece un Cuervo
una Urraca
un Buitre,
queda obrado el milagro:
doy a luz desde mi vientre putrefacto,
mi lengua podrida engendra letras
que ya ni viven
ni me curan.

He descubierto
tras aprender el silencio
por instinto de supervivencia,
que las únicas palabras verdaderas son las de la mentira:
crean universos imposibles
que añoramos
porque no existen.

Por tanto yo,
por precaución
y sabiendo que te amaré toda mi vida,

no volveré a pronunciar tu nombre.