lunes, 30 de abril de 2018

Poema cantadito.

¿Son mis brazos los que sueño
hacer daño a pedazos?
Me cuestiono si es mi piel,
reseca miel, herida o no.

Hoy se estrella la realidad
(¿es querella o la ansiedad?)
contra mi ser. No soy capaz
ya de correr sin ser falaz.

Con macabras ideas buenas
sin palabras ni condenas,
este mundo mío interno
nauseabundo cual externo

no me vale.

jueves, 5 de abril de 2018

Las secuelas del Big Bang.

Paso más tiempo muriendo
del que gasto en sonreír
y aún así sigo viva.

El ruido del tráfico
es delicada música para mis oídos
si me impide escuchar la sangre
corriendo por mis venas,
y no fuera de ellas.

Soñé que bailaba contigo
y con la poca dignidad que me quedaba
no me oriné en las sábanas.

Ni siquiera yo puedo rozarme
como tú ya no me tocas:
la cera de taxidermista que cubre mi piel
me protege de cualquier contacto.

Hay tanto mal en el mundo,
no puedo cuidar a quienes me rodean
porque soy incapaz de vigilar por dónde piso.

Fantaseo con unos barrotes
paredes acolchadas,
sé que combina la profundidad de mis ojos
con una camisa de fuerza.

Todas las noches deseo
no despertar al día siguiente,
pero es que nunca he podido creer aquello de que
   querer y poder
   son lo mismo,
aunque quisiera.

Escojo la música de la ducha
como si eligiera mi epitafio,
y siempre canto,
por si la alarma.



No llevo muy bien esto de sobrevivir,
se me da regular
superar
las secuelas
del Big Bang.